José Carrera Soto

Rumbo a la Gloria

por José Carrera 05 mar., 2022
En Juan 19:34 se narra como un soldado traspasó el costado de Jesús, con una lanza. De la herida salió sangre y agua. Nadie en la tierra en ese tiempo, tenía los suficientes conocimientos para dar una explicación científica al respecto. Tuvieron que pasar 18 siglos para tener más luz de lo que sucedía en ese momento, en el cuerpo de Jesús. El doctor Simpson descubridor del cloroformo, estudioso dela universidad de Edimburgo, escribió en un folleto en manera clara y extensa, que Jesús de Nazaret, murió de lo que se conoce en el campo de la ciencia como extravasación de la sangre, y que en lenguaje popular, se le llama corazón partido. Cuando uno muere con los brazos extendidos y con mucho sufrimiento y gran pérdida de sangre, heridas sin atender y golpes, etc., como fue con Cristo, al sufrir tanto el corazón y latir cada vez más rápido, la bolsita que lo cubre llamada pericardio, se comienza a llenar con agua, para que el corazón no se queme hablando literalmente, y el resultado es que a más sufrimiento, más líquido. Los corpúsculos rojos de la sangre se comienzan a separar del suero y al romperse el corazón, salen separados. Cuando el soldado atravesó literalmente el corazón de Cristo con la lanza, al romper la membrana del pericardio, se dio el hecho de brotar el agua separada de la sangre. Por otro lado, es más probable que el soldado que hirió a Jesús en su costado, haya sido zurdo, en 300 posibilidades contra una, pues la razón es que existen 300 hombres derechos por cada zurdo… la lanza entró directo al corazón por el costado izquierdo. El Señor Jesús hizo que su sacrificio contara a nuestro favor, con agentes limpiadores como su hermosa sangre y el agua que contenía su cuerpo que hace los corazones resplandecientes a la mirada escrutadora de Dios, quien satisfecho, se complace en el sacrificio de su Amado y por medio del cual somos aceptos ante Dios. Nuestro mundo estaba lleno de corazones partidos por el pecado, por el dolor y la lejanía de Dios… el corazón partido del Señor Jesucristo los arregló todos en la tarde del calvario. ¡Rumbo a la Gloria! José Carrera
por José Carrera 31 jul., 2021
Cuando oí al pastor decir que la gente se estaba perdiendo, que urgentemente se necesitaba que se les predicara, que cada uno motivara su talento y don a favor del mundo perdido, yo me presenté en su oficina y cuando le pedí permiso para predicar, él sonrió. Me preguntó que si tenía estudios superiores. No. Me preguntó que cuales eran mis estudios. Quinto de primaria. Me preguntó que cuánto tenía en Cristo. Tres meses. Me preguntó mi edad. Diecinueve años. Me preguntó que si hablaba en lenguas. No. Me preguntó que si tenía $30,000.00 para pagar la escuela teológica. No. Luego me dijo que regresara cuando tuviera todas estas cosas. Yo no era el único predicador en la calle, había siete mil, pero yo me sentí triste por no cumplir con los requisitos de los humanos. ¿No se le hace a usted increíble que uno tenga que tener alta escolaridad para servir a Dios? Nunca pude conseguir el dinero. Mis estudios teológicos los hice a medias, y por correo obtuve cinco o seis diplomas y reconocimientos de esos que salen en el Corn Flakes. Con puras tachas logré sacar la primaria y la secundaria en el programa para adultos. Soy autodidacta. Cuando alguien me preguntó que cómo sabía yo que tenía al Espíritu Santo en mi vida, yo le contesté: Por las pruebas. Mateo 3:11. Ya pasando los años, cuando el pastor supo que un joven predicaba a nivel República Mexicana ante tres o diez mil personas, y recordó mi nombre... ahora sí sonreía, diciendo: ¿Saben ustedes que a José yo lo bauticé y cuando vivió en Juárez fue mi oveja? En mi vida quizá no tendré muchos dones, pero estoy seguro que en mí vive el Dueño de los dones. ¡Rumbo a la gloria! José Carrera
por José Carrera 24 jul., 2021
El agua era líquida y Cristo caminó sobre ella. ¿Por qué se endureció? El agua era agua y Cristo la hizo vino. ¿Cómo se transformó? El mismo había hecho esas leyes, tales como: Que el sol y la tierra dieran vueltas. ¿Por qué se detuvieron? Que el sol avanzara hacia la tarde. ¿Por qué retrocedió? La ley es que un pan es un pan. ¿Por qué se hicieron muchos? La ley es que un pez es un pez. ¿Por qué se hicieron muchos? El mar es el mar. El río es el río. ¿Por qué se abren al paso de un pueblo? La ley de una persona es que viva y muera, ¿Por qué a una orden vuelve a vivir? Porque llegó Jesús. Cristo no rompe las leyes establecidas por él mismo. Él las estableció, les ordenó gobernarse dentro de ellas mismas. No se salen de sus órbitas los astros, porque así lo estableció él. El sol no deja de calentar, porque así lo ordenó él. El mar no se sale de sus límites porque él le puso un hasta aquí, y ese hasta aquí son una piedrecillas tan pequeñas como lo son los granos de arena a las que con cariño, los científicos les llaman feldespatus. ¿Por qué una tormenta que está en su fuerza, y aumenta y avanza, lo destruye todo? ¡Porque está en una ley, la ley del huracán, la ley del tornado! ¿Por qué cesa de pronto? Porque la voz de Cristo lo ordena. ¿Rompe Cristo lo establecido por él? No, él es ley sobre leyes que él hizo. El que hace las leyes gobierna sobre ellas. Es mayor el que hizo las leyes que las mismas leyes. Cuando una ley oye su voz, obedece las órdenes que él da. Una ley para todos los árboles de la tierra, es dar frutos. El día que quiso un fruto de una higuera y no lo halló, esa higuera murió a una orden de él. ¿Por qué? Porque él gobierna las leyes. A todo lo malo, establecido por el pecado con sus leyes de desobediencia a Dios, Cristo vino y lo reventó haciéndolo añicos y polvo. Hasta para lo malo había leyes que gobernaban sobre la gente. Se les puede llamar leyes establecidas para desobedecer a Dios, leyes de apartarse de lo divino, leyes que el hombre se ha hecho en base a la lejanía de Dios y se les puede llamar leyes establecidas del hombre para pecar. Pero la presencia de Jesús entre nosotros, se le llama: La ley del milagro del amor. ¡Rumbo a la goria! José Carrera
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